miércoles, 10 de marzo de 2010

Empapelamientogeneral o el Estado de las Naciones


Lo de hoy ha sido ya de Juzgado de Guardia y nunca mejor dicho. ¡Me han empapelao! Literalmente, y te tienes que aguantar, ¡con lo que he sido yo!. ¿Cuándo le sucede esto a un ciudadano? Muy sencillo. Esto sucede cuando día a día vas sorteando a la pasma o gendarmeríe y cuando casi lo consigues te pillan de marrón, te paran, te buscan las vueltan y te calzan la multa del día, sin ninguna razón aparente o al menos con razones que siempre se pueden recurrir, empapelándote las ideas, el bosillo y tu humor, maltrecho y bapuleado ya para todo el día. Ni qué decir tiene, claro que a base de mucha madurez y actitud zen y porqué no varios paquetes de Trankimazin pues te quedas como mirando al infinito y como dominando la situación, así, como por encima de las circunstancias intentando aparentar que te da igual. ¡Y un huevo! Yo ya no sé cómo hacer las cosas porque las haga como las haga siempre Ellos llevan la razón y siempre termino con una denuncia de 90 euros en la mano, aunque les regale una botella de Anis del mono.

Esto se relaciona directamente con los recaudadores de impuestos y con los salteadores y ladrones de montaña, de campo de toda la vida pero en fin, en todo caso, síntomas de las dolencias de un país. Tanto en Francia como España, lo mismo me da que me da lo mismo, necesitan como sea sacar dinero, más dinero quiero decir, mucho más dinero del ciudadano y ahora ya tenemos flashes hasta en los semáforos. Aquí el color ambar o amarillo significa parar, sí parar, no apretar el acelerador como hacemos los españoles, bueno y los italianos, con lo cuál cuando llegas a tu casa todo confiado y pensando en que has realizado una conducción de maestría, pues no, resulta que te han calzado más multas. La media es de cuatro o cinco denuncias al mes, como mínimo y por cualquier cosa. Lo que yo llamo vivir en un estado policial con ¡dos cojones! y lo peor es que nadie lo vive como yo, parece normal y a mi, me parece una Dictadura.
Con el carnet de conducir no se ponen nunca de acuerdo, unos me multan porque debo cambiarlo del español al francés, otros me dicen que no que no, que no hay que cambiarlo de no ser que haya inflingido una norma de gravedad. En tráfico de España tampoco lo tienen claro, con lo cuál, aquí estoy como un chorlito mareada sin saber qué hacer y con el carnet cada vez más maltrecho. Me incitan a hacer una fechoría y la voy a hacer, vaya que la voy a hacer.


Es evidente que las finanzas de uno y otro país están muy mal cuando tienen que ir a escarbar los bolsillos de esta manera, escudriñando así las faltas de los pobres cristianos que cada mañana vamos a los trabajos como podemos, arrastrándonos como podemos, con una elefantítis de manda, manda. Pensándolo después, llego a la conclusión, -en esto me pierde mi samaritanismo odioso- que también es triste la profesión de policía o gendarme, los pobrecillos, los desgraciadiños, que quedan solo para eso, para estar denunciando constantemente a sus colegas ciudadanos, aguantando las maldiciones que más de uno –yo sin duda la primera- les decimos entre dientes. Porque haber habrá de todo, pero no debe ser cosa buena esa la de tirar de papelito y solo hacer eso y no poder hacer nada más. Triste y muy malditos que son de mi parte buscando fallos donde a veces no los hay, y también me importa poco si obedecen órdenes. Yo también paso hambre porque no quiero obedecer órdenes que no me gustan, si lo hubiera querido hubiera solucionado mi vida y mi salario hace mucho, pero mucho tiempo, aunque eso sí, nunca como cobradora de impuestos.

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