Estos días como todos sabemos han pasado los Reyes Magos por las casas españolas, una tradicion que no deberiamos perder por nada del mundo aunque los europeos impongan sus costumbres distintas a las nuestras. He hablado con Marina, mi sobrina de 8 años que feliz y emocionada como nadie me ha evocado como ella sola sabe hacer la numerosa lista de regalos. -¡Es que me gustan mucho los regalos!, dice con su vocecilla temblorosa. Ha estado después de la cabalgata prácticamente sin dormir por los nervios, -¡es que se me pone una cosa muy rara en la tripa! Ella no sabe lógicamente verbalizar lo que le sucede pero yo sí, puedo darme cuenta de lo que le pasa por su cuerpito y por sus emociones de niña pequeña y me acuerdo de mi misma. La tradición nos explica que durante el nacimiento de Jesús en un lugar muy humilde y después de haber pasado sus consiguientes tribulaciones como corresponde a un Dios que se hace Hombre, llena de controversia a la Humanidad entera. Dentro de ese espíritu extraño y convencidos algunos de que aquel suceso era importante, más que eso, extraordinario, también acudieron otros personajes importantes. Había unos Magos, que hacían Magía, es decir que manejaban poderes especiales. Esos personajes, sabios, que eran los más importantes del momento eran los Reyes Magos de Oriente que demostraron su humildad y sometimiento, postrandose al que acababa de nacer, éste niño sería el Salvador del mundo. Pero esta relación de humildad y de amor con el nacimiento de Jesús, de amor entre los hombres, de ilusión por la esperanza en una vida eterna y por el mensaje del Evangelio que vendria despues se olvida un poquitín, en realidad se olvida completamente pero, en fin, tampoco es grave. Lo cierto es que desde niños (es importante ponerse en los zapatos de un niño) nos volcamos en esas fechas que para nosotros son imprescindibles y esa mentalidad infantil de ilusión sabemos ahora que no volverá nunca más en nuestra vida. En aquellos días de ilusión, de infancia inventada por nosotros mismos y probablemente por nuetsros padres y los seres que nos rodean cualquier cosa podçia ser posible: unos Magos de Oriente vienen a tu casa infantil, a tu pequeña habitación, entran, ven si duermes, se toman una copilla, dejan aparcados sus camellos que se comen las zanahorias que has dejado al lado de tus zapatos limpisimos, hablan con los familiares para saber si hemos sido buenos y nos dejan un montón de juguetes. ¡Juguetes! A veces aciertan con lo que hemos podido y otras veces no tanto pero no importa, lo que importa es que nos traen regalos para todo el año, que se han fijado en nosotros, que somos parte importante de la humanidad, que somos tan importantes como nuestro hermano Jesus al que en su dia fueron a homenajea. Esos regalos seran para el resto de los dias, es decir que debemos tenerlos, usarlos durante todo el año, un año de felicidad que cada vez se repite y son ellos, los Magos, los responsables. Todavía recuerdo los nervios -que como Marina mi sobrina- invadía toda mi pequeña naturaleza de forma extraordinaria. En aquellos días cualquier cosa era posible, cualquier cosa podía ser posible. La esperanza, la certeza de los milagros estaba a flor de piel y en ese espíritu grande de felicidad absoluta nos volcábamos en ser caritativos con los demás, esto sucedía en la medida y cantidad en que éramos felices, éramos en igual medida, compasivos. Esos días de espera a la llegada de los magos de Oriente nos sentíamos como el mayor héroe del mundo, éramos observados por unos ojos que no veíamos pero que lo sabían todo de nuestra vida, si habíamos hecho los deberes del año, si habíamos sido buenas, si ayudabamos a mamá, si regañabamos con los hermanos...Sabían si nos gustaba el color rosa o el azul, nuestro plato preferido, la música...lo sabían todo sobre nuestra persona y lo mejor es que todo aquello era posible y cualquier cosa que idearamos, podía suceder. Yo creo que la primera vez que aterrizamos en la realidad de la vida es cuando nos enteramos de la verdad, digo nos enteramos porque comprenderlo y aceptarlo probablemente no lo hagamos nunca en nuestro fuero interno, lo de los complejos infantiles no superados que tanto canturrean psicólogos y psiquiátras...pues eso. No nos da la gana superarlo y me parece bien ¿por qué? porque queremos volver a sentir en algún momento de nuestra vida que todo puede volver a ser, que las cosas llegan, que los milagros existen y que hay alguien que nos quiere mucho y nos da lo mejor (aunque sean invisibles). Podíamos intentar que ese expíritu mágico que de adultos encontramos siendo nosotros ahora Magos se funda con la ilusión de aquellos tiempos y la mantengamos por muchos muchos días del año sin dejarnos derruir por la tristeza, la desilusión, el dolor y la soledad. Para todos debería de existir el espíritu de los Magos y con el su fuerza extraordinariamente positiva de la vida.
sábado, 7 de enero de 2012
Reyes, Magia, ilusiòn
Estos días como todos sabemos han pasado los Reyes Magos por las casas españolas, una tradicion que no deberiamos perder por nada del mundo aunque los europeos impongan sus costumbres distintas a las nuestras. He hablado con Marina, mi sobrina de 8 años que feliz y emocionada como nadie me ha evocado como ella sola sabe hacer la numerosa lista de regalos. -¡Es que me gustan mucho los regalos!, dice con su vocecilla temblorosa. Ha estado después de la cabalgata prácticamente sin dormir por los nervios, -¡es que se me pone una cosa muy rara en la tripa! Ella no sabe lógicamente verbalizar lo que le sucede pero yo sí, puedo darme cuenta de lo que le pasa por su cuerpito y por sus emociones de niña pequeña y me acuerdo de mi misma. La tradición nos explica que durante el nacimiento de Jesús en un lugar muy humilde y después de haber pasado sus consiguientes tribulaciones como corresponde a un Dios que se hace Hombre, llena de controversia a la Humanidad entera. Dentro de ese espíritu extraño y convencidos algunos de que aquel suceso era importante, más que eso, extraordinario, también acudieron otros personajes importantes. Había unos Magos, que hacían Magía, es decir que manejaban poderes especiales. Esos personajes, sabios, que eran los más importantes del momento eran los Reyes Magos de Oriente que demostraron su humildad y sometimiento, postrandose al que acababa de nacer, éste niño sería el Salvador del mundo. Pero esta relación de humildad y de amor con el nacimiento de Jesús, de amor entre los hombres, de ilusión por la esperanza en una vida eterna y por el mensaje del Evangelio que vendria despues se olvida un poquitín, en realidad se olvida completamente pero, en fin, tampoco es grave. Lo cierto es que desde niños (es importante ponerse en los zapatos de un niño) nos volcamos en esas fechas que para nosotros son imprescindibles y esa mentalidad infantil de ilusión sabemos ahora que no volverá nunca más en nuestra vida. En aquellos días de ilusión, de infancia inventada por nosotros mismos y probablemente por nuetsros padres y los seres que nos rodean cualquier cosa podçia ser posible: unos Magos de Oriente vienen a tu casa infantil, a tu pequeña habitación, entran, ven si duermes, se toman una copilla, dejan aparcados sus camellos que se comen las zanahorias que has dejado al lado de tus zapatos limpisimos, hablan con los familiares para saber si hemos sido buenos y nos dejan un montón de juguetes. ¡Juguetes! A veces aciertan con lo que hemos podido y otras veces no tanto pero no importa, lo que importa es que nos traen regalos para todo el año, que se han fijado en nosotros, que somos parte importante de la humanidad, que somos tan importantes como nuestro hermano Jesus al que en su dia fueron a homenajea. Esos regalos seran para el resto de los dias, es decir que debemos tenerlos, usarlos durante todo el año, un año de felicidad que cada vez se repite y son ellos, los Magos, los responsables. Todavía recuerdo los nervios -que como Marina mi sobrina- invadía toda mi pequeña naturaleza de forma extraordinaria. En aquellos días cualquier cosa era posible, cualquier cosa podía ser posible. La esperanza, la certeza de los milagros estaba a flor de piel y en ese espíritu grande de felicidad absoluta nos volcábamos en ser caritativos con los demás, esto sucedía en la medida y cantidad en que éramos felices, éramos en igual medida, compasivos. Esos días de espera a la llegada de los magos de Oriente nos sentíamos como el mayor héroe del mundo, éramos observados por unos ojos que no veíamos pero que lo sabían todo de nuestra vida, si habíamos hecho los deberes del año, si habíamos sido buenas, si ayudabamos a mamá, si regañabamos con los hermanos...Sabían si nos gustaba el color rosa o el azul, nuestro plato preferido, la música...lo sabían todo sobre nuestra persona y lo mejor es que todo aquello era posible y cualquier cosa que idearamos, podía suceder. Yo creo que la primera vez que aterrizamos en la realidad de la vida es cuando nos enteramos de la verdad, digo nos enteramos porque comprenderlo y aceptarlo probablemente no lo hagamos nunca en nuestro fuero interno, lo de los complejos infantiles no superados que tanto canturrean psicólogos y psiquiátras...pues eso. No nos da la gana superarlo y me parece bien ¿por qué? porque queremos volver a sentir en algún momento de nuestra vida que todo puede volver a ser, que las cosas llegan, que los milagros existen y que hay alguien que nos quiere mucho y nos da lo mejor (aunque sean invisibles). Podíamos intentar que ese expíritu mágico que de adultos encontramos siendo nosotros ahora Magos se funda con la ilusión de aquellos tiempos y la mantengamos por muchos muchos días del año sin dejarnos derruir por la tristeza, la desilusión, el dolor y la soledad. Para todos debería de existir el espíritu de los Magos y con el su fuerza extraordinariamente positiva de la vida.
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1 comentario:
Muy bellas palabras, todo lo que se escriba sobre la crianza y emosiones de los niños es como algo magico O magos ellos viven ese mundo que ud nos muestra y ellos nacen para ser felices y es muy duro cuando se sale de ese mundo de fantasia y y llegas a lOS de adultos. gracias por trastadarme a mi infancia. BELLA
ROSA AMOR DEL OLMO
PABLO D. PEREZ
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