lunes, 12 de noviembre de 2012

¡¡¡Socorro, que me duermo!!!


A medida que cumplimos años nuestro ciclo circadiano varía, entendiendo por este ((Del lat. circa, cerca, y dies, día) Perteneciente o relativo a un período de aproximadamente 24 horas. Se aplica especialmente a ciertos fenómenos biológicos que ocurren rítmicamente alrededor de la misma hora, como la sucesión de vigilia y sueño. Eso dicen mis colegas de la RAE. Nuestros hábitos cambian como lo hacen nuestros gustos y rutinas. Maduramos en unos aspectos que son buenos para nosotros aprendiendo a dar a cada cosa su importancia y utilidad, nos hacemos sabios porque ya por fin comprendemos todo, hemos llegado arriba de la montaña en un decir, pero a cambio de esta fuente de sabiduría que nos hace grandes, ¿qué sucede? que perdemos en facultades, aunque estas se suplan con la del savoir faire o saber hacer.
Yo no sé lo que me pasa últimamente pero tengo el sueño como cambiado, me duermo en cualquier sitio, me cuesta doblemente levantarme, esto me da igual a la hora que sea, el dolor y sufrimiento me es igual habiendo dormido 3 horas, que 7 o 10, el resultado es que no soporto tener que levantarme y punto. Es, a día de hoy, una enfermedad para mi. No hay obra de teatro, concierto, clase, reunión...que no lleve implícita mi cabezada china. He llegado a dominar verdaderamente esta práctica a tal punto que incluso estando en una reunión, puedo abstraerme perfectamente y dormirme.
Cuando era más joven superé mi etapa de dormilona infantil llegando a los veinte años como una machota, era por antonomasia noctámbula, bohemia, dormía poco, podía quedarme a estudiar hasta altas horas o podía levantarme con las mismas para trabajar en el campo del estudio que no es moco de pavo. Ahora, para poder hacer eso tengo que tomarlo como un sacrificio, como hacer votos, sí como a modo de ofrenda a los dioses a ver si me compensan por ello, porque de no ser así, no me levanto.
Hace tiempo cuando comenzaba mis andaduras en la Literatura y por ello asistía a Congresos y Conferencias, flipaba yo bastante con la actitud que en este sentido tenían por ejemplo, profesores norteamericanos, a los que yo en aquel entonces admiraba y respetaba. Estos eran -en un decir- auténticos profesionales del ronquido silencioso, de la ficción del sueño, de dominio de la vigilia, en suma de hacer y deshacer con su yo dormilón como les venía en gana. Me fijé que se ponían la mano en la barbilla o en una sien en perfecta actitud de intelectual, y con los ojos cerrados, como dando la impresión de que así "uno atiende mejor" se transportaban a la luna soñando con el coyote si a mano viene. Todo el mundo quedaba perfectamente engañado con esta actitud de grado sumo del intelecto, de dominio de la escucha, de la perfección del entendimiento y de la inteligencia, en suma, una apología del saber escuchar con ronquido interior. Dominaban el tema. Yo me di cuenta de estas maneras cuando me ha tocado a mi, cuando he llegado a la misma edad que tenían otrora aquellos pollos, y practico con las mismas maneras de canalla intelectual mi siestecita improvisada. Oye, y ¡Qué requetebién se queda uno! 
Yo siempre digo lo mismo, ¡si es que estoy destrozada! qué voy a hacer. Aguanto el tirón poco a poco pero reconozco que me desagrada mucho porque yo antes tenía un memorión y con la sola escucha me valía para repetir párrafos enteros de lo que recién había oído, o repetir una melodía inédita al tiempo que como hiper activa que era, se me ocurría alguna cosa mientras hacía unos dibujitos, por ejemplo. Cuanto más dormimos menos vivimos, y eso me atormenta.
Cuando de pequeña me castigaban por dormilona, me parecía una crueldad mental, pero es que me ponía como los coreanos la cabeza sobre mi brazo derecho y encima de la mesa disfrutaba como una enana de mi ratito de placer máximo aun a expensas de que la profe me castigara por no atender. El caso es que se me quedaba todo en el cacúmen, pero fue por lo de mi coeficiente intelectual que por lo visto era grande aunque no me haya servido para nada. ¡Qué horror! Luego levantaba el brazo y decía: Seño, ¿me puedo tumbar?
Bien pensado, y esto es lo que más me agobia, cuanto más dormimos mas tiempo perdemos y más cerca estamos del cementerio, y por esa razón me pone mala tanta pérdida de tiempo, pero es que cuando no se puede remediar, pues no se puede y hay que aceptarse que por lo visto es bueno. Creo que es psicológico, es como un desinterés maduro por todo lo que hay, un cansancio aburrido de las ideas y de las cosas y también de las gentes y de todo lo que sucede a mi alrededor. Lo paso fatal porque intentar vencer el sueño es como vencer a la propia muerte. ¡Que me muero, que me muero! y qué a gusto se muere uno, dicho sea de paso. Cada vez que nos acostamos por la noche es como irse a morir un rato, en realidad podemos despertarnos o podemos no hacerlo nunca, no lo sabemos. En ese sentido, me horroriza tanto dormir, tanta somnolencia provocada por mi misma en la que necesito desconectar constantemente por que no soporto la misma vida. En mi caso, lo que supone un martirio y disgusto mayor es la somnolencia que me da ultimamente en el trabajo, cuando leo, cuando escribo, cuando estudio...Es verdaderamente un suplicio del que no se como se puede resolver. Cada día más cerca del cementerio. ¡Uf!

No hay comentarios:

Lee y piensa: samaritano o fariseo ¿qué eres?

samaritanos, fariseos...

Los libros sagrados siempre me han interesado en grado extremo y es por ello que mis reflexiones sobre la vida alcanzan también a una de la...