Desde tiempos muy antiguos, los chinos han considerado a su país como centro del mundo geográfico y cultural; como una tierra rodeada de bárbaros inferiores. el nombre con que lo chinos conocen su patria refuerza dicha idea. La denominan Chung-kuo 忠國el primer carácter 忠 chung, un rectángulo dividido en dos partes iguales por una línea vertical significa significa "centro" o "medio"; el segundo, kuo, representa pictóricamente un muro rodeando un campo, e indica "reino" o "país". Desde que empiezan a aprender a hablar, a los chinos se les inculca la idea de que su patria es el "Reino Central" o "el País Central", es decir, el punto neurálgico del universo. El origen de dicho concepto está profundamente arraigado en la historia china. Más de 2500 años atrás, las prósperas comunidades agrícolas del Reino Central fueron objetivos tentadores para los invasores nómadas procedentes de tierras menos prósperas. Muchas de estas incursiones tribales, especialmente las del Sur y Este, fueron conquistadas o absorvidas por el Reino Central de manera relativamente fácil. Más turbulentas y menos asimilables eran las tribus del Norte y Oeste, especialmente los feroces Xiongnu, antepasados de los hunos, que en los siglos IV y V penetrarían profundamente en Europa. Como habitaban un territorio de escasas lluvias y terribles inviernos, los xiongnu efectuaban frecuentes y salvajes incursiones en los almacenes y graneros chinos. Mucho antes de que el rey de Ch'in se proclamara en 221 a. de Cristo, Primer Emperador, de China, algunos gobernantes habían levantado muros de tierra con el fin de contener o desviar los ataques de los xiongnu y otros bárbaros. El emperador reparaba, guarnecía y conectaba dicho smuros. Más allá de los baluartes de esta Gran Muralla, como se la conoce hasta el presente, se libraban los combates contra los bárbaros. Según palabras del gran historiador chino Ssu-Ma Ch'ien, el emperador consiguió contener a los xiongnu manteniendo en campaña no menos de veinte o treinta mil soldados; hasta que los muertos alcanzaban números incalculables, los cadáveres cubrían grandes extensiones, y los arroyos de sangre empapaban las llanuras. Los chinos se protegen de "invasores" y su cultura a penas está adulterada, ellos sí que expresan un espejismo de lo que en realidad son, es decir que "parece" que se mezclan o se inmiscuyen en otras culturas con sus copy pero en realidad allí donde van arrastran todas sus dinastías con sus tradiciones.
Los xiongnu eran enemigos formidables y de gran categoría. Se desplazaban sobre rápidos corceles, y en sus pechos laten corazones de bestias, informó un general en el año 135 antes de cristo a un emperador de la dinastía Han. Se trasladan de un lugar a otro como bandadas de aves. Es pues, muy difícil acorralarlos y someterlos a vigilancia. Nunca han sido considerados parte de la humanidad, continuó el general, quien advirtió que no debía continuarse la lucha contra ellos en campo abierto. De nada serviría atacar a los xiongnu, más vale tener paz con ellos.
Los chinos emplearon diversos métodos para lograr la paz. A los bárbaros demasiado poderosos para ser aplastados, como los xiongnu, les ofrecían tratados que suavizaban con donativos de mujeres y tierras. Con frecuencia intentaban provocar disensiones entre los propios bárbaros, a veces con éxito considerable.
Protegidos por su Gran Muralla, los chinos desarrollaron una civilización que no puedo igualar ninguno de los pueblos fronterizos. Aislados a lo largo de gran parte de su historia, por la distancia, la topografía y el mar, de pueblos cuyas sociedades eran comparables a la suya, se fueron sintiendo más superiores conforme transcurrían los siglos. Con el tiempo, dicho sentimiento se convertiría en una ciega autoadmiración que les impidió reconocer siglos más tarde que el Reino Central se había quedado muy atrás con respecto a algunos pueblos bárbaros. Sin embargo, antes de que esto ocurriese, la influencia de la cultura china y el prestigio de su riqueza se habían extendido considerablemente, atrayendo a gran número de viajeros desde el resto de Asia. Incluso algún visitante acudía allí procedente de Europa. Gracias a ellos, China recibió muchas cosas del mundo exterior y también transmitió a éste muchos elementos. Sin embargo, no quiso reconocer la contribución de los extranjeros; en su opinión, aquellas visitas servían sólo para reforzar la creencia de que el mundo exterior tenía muy poco que ofrecer. Hoy, permanece esa desconfianza hacia lo externo porque la tradición china con sus elementos incrustados en las propias vidas cotidianas, les hacen cada vez y comparados con el sistema occidental, más nacionalistas y convencidos de su Historia.

Las primeras noticias acerca de otras civilizaciones llegaron a los chinos como resultado de su continuo batallar contra los bárbaros xiongnu. Hacia 140 antes de Cristo el poderoso emperador de la dinastía Han supo por algunos cautivos xiongnu que éstos habían derrocado a una tribu situada hacia el Oeste, la de Yue-Chih, utilizando después el cráneo de su rey como copa de libaciones. Los restantes Yue-Chih habían huido hacia el Oeste en busca de aliados. El emperador Han mostróse deseoso de ayudar a los Yue-Chih a vengarse de los odiados xiongnu (establecidos en lo que hoy es Mongolia). Los hunos, han sido históricamente relacionados con los xiongnu, especialmente a partir de los escritos del francés Guignes, a finales del XVIII. Los historiadores no se ponen de acuerdo y las pruebas de ADN no terminan de verificar que los hunos sean en efecto los xiongnu.
Diversas misiones diplomáticas, con frecuencia de grupos mercaderes disfrazados, correspondieron con el intercambio de los Han, amables con lo externo. Las legiones Han, defensoras a ultranza del honor del Emperador Celeste del Reino Central, ocuparon zonas de lo que hoy es Afganistán y el Uzbequistán soviético. Es parece ser a partir del año 36 antes de Cristo que hubo contacto entre chinos y soldados romanos, cuando la infantería Han , que se hallaba en el río Talas, capital de Uzbekistán, hizo prisioneros a algunos mercenarios que en la batalla formaban un testudo con sus escudos. Eran legionarios romanos y de aquellos intercambios entre China y el Mediterráneo, apareció el interés por la seda, fabricada por los chinos hacía más de mil años antes de Cristo, género exótico en aquel entonces y que valía su peso en oro. Hoy en día, los extranjeros siguen buscando la seda china como una de las riquezas más valoradas. El poeta Horacio que en el año 42 antes de Cristo, combatió en Filipos, Macedonia, escribió haber visto allí sedas maravillosas.
Las primeras noticias acerca de otras civilizaciones llegaron a los chinos como resultado de su continuo batallar contra los bárbaros xiongnu. Hacia 140 antes de Cristo el poderoso emperador de la dinastía Han supo por algunos cautivos xiongnu que éstos habían derrocado a una tribu situada hacia el Oeste, la de Yue-Chih, utilizando después el cráneo de su rey como copa de libaciones. Los restantes Yue-Chih habían huido hacia el Oeste en busca de aliados. El emperador Han mostróse deseoso de ayudar a los Yue-Chih a vengarse de los odiados xiongnu (establecidos en lo que hoy es Mongolia). Los hunos, han sido históricamente relacionados con los xiongnu, especialmente a partir de los escritos del francés Guignes, a finales del XVIII. Los historiadores no se ponen de acuerdo y las pruebas de ADN no terminan de verificar que los hunos sean en efecto los xiongnu.
Diversas misiones diplomáticas, con frecuencia de grupos mercaderes disfrazados, correspondieron con el intercambio de los Han, amables con lo externo. Las legiones Han, defensoras a ultranza del honor del Emperador Celeste del Reino Central, ocuparon zonas de lo que hoy es Afganistán y el Uzbequistán soviético. Es parece ser a partir del año 36 antes de Cristo que hubo contacto entre chinos y soldados romanos, cuando la infantería Han , que se hallaba en el río Talas, capital de Uzbekistán, hizo prisioneros a algunos mercenarios que en la batalla formaban un testudo con sus escudos. Eran legionarios romanos y de aquellos intercambios entre China y el Mediterráneo, apareció el interés por la seda, fabricada por los chinos hacía más de mil años antes de Cristo, género exótico en aquel entonces y que valía su peso en oro. Hoy en día, los extranjeros siguen buscando la seda china como una de las riquezas más valoradas. El poeta Horacio que en el año 42 antes de Cristo, combatió en Filipos, Macedonia, escribió haber visto allí sedas maravillosas.
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