De Pablo[1]
San Pablo comenzó su actividad de
evangelización cristiana en Damasco y Arabia. En el año 40 marchó a Jerusalén y
allí conoció a San Pedro. Conoce entonces a Bernabé. Bernabé acude a Tarso y se
lleva a Pablo a Antioquia, donde pasaron un año evangelizando. Antioquia se
convierte en el centro de los cristianos convertidos desde el paganismo. Aquí
surge por primera vez la denominación de cristianos para los discípulos de
Jesús.
Este periodo de doce años (45-57) fue
el más activo de su vida. Comprende tres grandes expediciones apostólicas de
las que Antioquia fue siempre el punto de partida y que terminaron por una
visita a Jerusalén.
De los veintisiete
libros del Nuevo Testamento, catorce fueron escritos por el apóstol Pablo. Esto
ha llevado a algunos comentaristas a llegar a la conclusión injustificada, de
que la obra de este apóstol sobresaliente, junto con las cartas que escribió,
hizo sombra a la obra de los otros apóstoles. Pero no debemos olvidar que
"Pedro, Santiago y Juan actuaban como la Primera Presidencia
de la Iglesia
en su época" La obra de esparcir el
evangelio ya había progresado bajo la dirección de la Primera Presidencia
antes de que la obra de Pablo hubiera comenzado. Fue por indicación de ella que
Pablo fue enviado a los gentiles (Gálatas 2:9). y se encontrará, que cuando
Dios revela "muchos grandes e importantes asuntos pertenecientes al reino
de Dios” Pedro y los otros hermanos de aquellos tiempos viajaron extensamente y
escribieron tanto como lo hizo Pablo.
Después de su
conversión, Pablo fue llevado a Damasco con Ananías, quien probablemente era el
oficial que presidía en la iglesia del lugar, y quien lo ayudó a sanar de su
ceguera. Luego Pablo fue bautizado y recibió el don del Espíritu Santo. Debido
a que progresó tan rápido en comprender su nueva fe, y a que su conocimiento
del Antiguo Testamento era tan completo (él era un judío rabino, de la casta de
los fariseos) en muy poco tiempo Pablo pudo confundir a los dirigentes judíos
de Damasco probando que Jesucristo era el Mesías tan largamente esperado. Fue
en este tiempo que Pablo fue a Arabia para prepararse espiritualmente (Gálatas 1:17).
Allí, en la soledad del desierto, es posible que sus oraciones y meditaciones
fueran de tal poder que se le enseñó el evangelio por revelación directa del
Salvador (Gálatas 1:11, 12).
No conocemos el lugar
exacto ni el tiempo de la estadía de Pablo en Arabia; sólo sabemos que al cabo
de este tiempo estaba preparado para comenzar sus labores misionales. Regresó a
Damasco y nuevamente enseñó en las sinagogas judías. Esta vez su prédica era
tan vehemente que los judíos intentaron matarlo. Los miembros de la iglesia
ayudaron a Pablo bajándolo por las murallas de la ciudad en un canasto, y el
acosado hombre pudo escapar a Jerusalén.
Probablemente durante
su estancia en Jerusalén aprendió mucho de Pedro concerniente a la vida mortal
y ministerio del Salvador. Pablo aprovechó la ocasión para predicar el
evangelio en las sinagogas de Jerusalén. Como razonaba con tal vigor y eficacia
contrarió a los judíos que lo escuchaban e intentaron matarlo. Sus complots,
sin embargo, fueron ineficaces, pues el Salvador intervino para salvar a Pablo.
El Señor se mostró a Pablo en una visión mientras éste oraba en el templo y le
advirtió que debía abandonar la ciudad. Obediente a este mandato, Pablo huyó de
Jerusalén y con la ayuda de los hermanos de la iglesia escapó a Cesarea y luego
volvió a Tarso, su ciudad natal y capital de la provincia de Cilicia.
Mientras estuvo en
Cilicia y en la vecina provincia de Siria, predicó con gran poder; tanta gente
se convirtió que la noticia de su éxito fue llevada a los hermanos en Jerusalén
(Gálatas 1:21-24). Posteriormente, cuando Bernabé necesitó un ayudante en el
ministerio, sin duda fue influido por el conocimiento que tenía de la eficacia
de Pablo como misionero. Bernabé buscó a Pablo en Tarso y lo persuadió a que lo
ayudase en las labores misionales en Antioquía (Hechos 11:25, 26). También
recogieron fondos para los miembros pobres de la Iglesia en Jerusalén.
Luego los dos hombres viajaron a Jerusalén para llevar la ayuda tan necesaria
para los santos. (Hechos 11:29-31).
En Hechos podemos encontrar todo lo concerniente a los tres viajes
misionales conocidos de Pablo, y en cuanto a sus cinco visitas a Jerusalén. Las
cartas de Pablo, muchas de las cuales fueron escritas durante estos viajes,
aportan mucho para ayudarnos a entender los detalles de su vida y ministerio
apostólico. Al final de su tercer viaje misional, Pablo regresó a Jerusalén.
Allí los soldados romanos lo libraron de una muerte segura a manos de un
populacho enfurecido por judíos. Cuando el capitán en jefe de los romanos supo
que Pablo era ciudadano romano y que había una conspiración entre los judíos
para matarlo, asignó varios cientos de soldados para que acompañaran a Pablo
hasta Cesarea donde pudiera estar protegido y ser juzgado por Félix, el
gobernador romano.
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