
Hay
una creencia entre los eruditos bíblicos que el libro de Isaías fue escrito por
más de una persona. (de esta cuestión hablaremos en otro texto) Los eruditos suponen que la escritura original
incluyó los capítulos 1 a
35; los capítulos 36 a
39, llamados “los capítulos históricos” fueron añadidos como un apéndice
histórico por causa de la prominencia de Isaías durante el reinado de Ezequías.
Los capítulos 40 al 66, según los eruditos, debieron haber sido escritos mucho
más tarde, casi al final del cautiverio babilónico por una o varias personas.
Evidencia citada por múltiples autores incluye el punto de vista del escritor o
escritores durante el exilio babilónico—hablando y estando entre los Judíos en
exilio. Ellos declaran que el punto de vista de cada profeta del Antiguo
Testamento, no importa cuán lejos en el futuro podían ver, siempre se basa en
su propia época, y sus palabras son para la amonestación o estímulo de aquellos
que viven en ella.[3] ¿Cómo podía Isaías haber sabido el nombre del rey persa,
Ciro, que permitiría a los exiliados a volver a Jerusalén? ellos discuten
retóricamente. Considere Isaías 44:28: “El que dice de Ciro: Es mi pastor y
cumplirá todo lo que yo quiero, al decir de Jerusalén: Sea edificada; y del
templo: Sea fundado”.[4]
Otras
líneas de evidencia citadas incluyen variaciones en el estilo y el tema que
distinguen los capítulos posteriores. Por ejemplo, las palabras o expresiones
en el hebreo original que son características de los capítulos 1 a 39, pero ausentes de los capítulos
posteriores, incluyen “el Señor Jehová de los ejércitos”;[5] Jehová “exaltado”
o “siendo exaltado”;[6] “la gloria” de una nación;[7] la mano de Jehová
“extendida” en juicio;[8] “cabeza y cola, rama y caña”[9] usado
figurativamente; y la palabra muy característica “el remanente” (o, “los
remanentes”).[10], [11] Las palabras o expresiones en el hebreo original que
son características de los capítulos 40 a 66, pero ausentes de los capítulos
anteriores, incluyen “toda carne”;[12] “como nada”;[13] “levantarse”, o “alza
los ojos”;[14] “escoger”;[15] “alabanza” en forma de verbo o nombre;[16] “lo
que ha de venir”;[17] “salirse a luz” o “brotarse”;[18] “arrodillarse” o
“postrarse”;[19] “prorrumpirse en alabanza”;[20] la “santa ciudad”;[21] “ser
vestido”;[22] referencia frecuente a los “hijos de Sión”;[23] y expresiones de
Jehová que incluyen las palabras “yo soy”.[24] Otras frases comunes a ambas
partes anteriores y posteriores del libro se explican como la “influencia de
las profecías de Isaías sobre el autor [o autores] de los capítulos 40 a 66” .[25]
Aún
otras líneas de evidencia citadas por los eruditos bíblicos en apoyo de esta
hipótesis incluyen diferencias de ideas y doctrinas fundamentales y el manejo
muy distinto de profecías Mesiánicas.[26]
¿Qué
podemos decir de estas afirmaciones? La respuesta más sencilla es que se le
mostró a Isaías el profeta toda la existencia humana, y entonces él escribió en
clave lo que vio, para ser comprendido separadamente por los pueblos en
dispensaciones diferentes en épocas diferentes del mundo. No sólo habló a los
judíos de su propio tiempo; también se dirigió a aquellos que vivieron al final
del cautiverio babilónico y en la época de Cristo, y a los judíos y gentiles
por igual que vivirían en los últimos días. La estructura fundamental del libro
entero de Isaías, oculta su mensaje a los que no ven la estructura y revela su
mensaje a los que la ven, proporcionando un gran escollo para los eruditos.
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