El miedo a morir ha sido –podríamos decir sin equivocarnos- la
obsesión más grande del ser humano desde su aparición en la tierra. En nuestra
tradición cultural y religiosa ya desde Adán, primer hombre, la muerte fue la
razón que cambiaría su condición de seres inmortales en continua perfección, su
condición de seres celestiales a hombres terrenales. La muerte a partir de ese
momento tendría un protagonismo absoluto y su elección dentro del contexto de
libre albedrío que les llevó a revelarse en contra de Dios, llevó consigo la
posibilidad de elegir el bien y el mal, y junto a ello serían mortales, la
muerte llegaría o en un momento o en otro. Tener conocimiento de los grandes
secretos de la vida y la capacidad de poder elegir a partir de ese momento se
traduce en una nueva vida, el nuevo sistema elegido por aquellos seres puros
celestiales que vivían en un paraíso pero que al no conformarse con eso y
querer ser dioses, jugaron su papel, el ser Dios quiere decir que seremos somos
dueños de nuestras decisiones y quiere decir que el conocimiento vendrá por
controlar y conocer el bien y el mal. La muerte conllevaba el sentimiento
intrínseco del miedo. Ya no soy inmortal pero en la elección terrenal de no
serlo también tendré otras experiencias –se diría Adán- y el miedo se une a
esta nueva categoría de ser humano, exento por completo de ser dios.
Muchas veces me
he preguntado qué es el miedo, y cómo se traduce en nuestra vida. La verdadera libertad no está en lo que haces, sino en la
forma como eliges vivir lo que haces, y sólo a ti te pertenece tal facultad.
La naturaleza misma del miedo no
está en temer, tememos a algo, esto puede ser a cualquier cosa, la muerte, a
nuestro cónyuge, a nuestro amigo, una situación...cualquier cosa, pero no, la
naturaleza del miedo tiene su base en la misma esencia del miedo, por lo tanto
en la reacción que este produce, en el miedo al miedo. ¿Cuál es la causa o la
raíz del miedo? ¿Es el pensamiento, pensar en el presente, pensar en el futuro?
¿Es pensar en el pasado descubriendo un día algo que no sabíamos de nosotros
mismos? ¿El tiempo es algo que nos causa miedo? ¿Cómo vamos a envejecer desde
el día en que nacemos...Qué es lo que sucede desde el día en que somos bebés
porque a partir de ahí comenzamos a envejecer, el tiempo que va pasando por
nuestro cuerpo y las secuelas que éste va dejando son parte del miedo. Un miedo
que surge en nuestro interior y que además ve su parte activa en la forma
externa que ésta genera y que el envejecimiento –por hablar de este ejemplo- es
la consecuencia del tiempo. ¿Cómo eliminar eso de nuestra mente cuando vemos la
consecuencia activa o física de ese tiempo, de esa idea del correr del tiempo
que de pronto toma su forma? No es ya una idea, algo que está en nuestro
pensamiento, el tiempo ejerce una acción en nosotros. Por eso el miedo en
relación con el tiempo tiene una forma física, difícil de eliminar de nuestra
mente.
El tiempo tiene
un movimiento entre lo que es y para nosotros lo que debería ser. Ese lugar del
vacío genera miedo. Lo que podría ser, lo que podría haber sido, cómo ha
interactuado en nosotros y nuestra vida, esa es una de las causas inevitables
del miedo. Haber sentido alguna vez dolor físico, espiritual o psicológico nos
genera una y otra vez miedo a través del tiempo, ayer, presente y futuro se
conjugan en ese parámetro de terror. Pensamos que esa mala experiencia –por
llamarlo de alguna manera- se va a volver a repetir, conjugando igualmente
ideas y tiempo en un solo acto de temor porque es la consecuencia de la fijación
de nuestra memoria. La memoria fija los actos en el tiempo, en el pensamiento
causando miedo. Porque el tiempo ha pasado de una manera y no de otra, qué
podía haber sucedido hace unos días o tal vez un mes si las cosas hubieran sido
de otra forma? El conocimiento es otra forma de miedo, cuánto más sabemos más
miedo tenemos. Cuanto más conocimiento tenemos de una situación, de una
circunstancias estamos en posición de temer porque conocemos todos los
elementos de la situación. Cuánto más conocemos –por ejemplo- el ambiente de la
noche –decía una madre asustada por los peligros que podían correr sus hijos-
cuánto más detalles tenemos acumulados en nuestro pensamiento, mayor miedo
generamos por ese conocimiento. Es el tiempo el que se traslada una experiencia
vivida antes, en el pasado, a lo que podría ser esa misma experiencia vivida en
el presente o la que podría darse vivida en el futuro. Esa es la inquietud que
se crea, inevitable entre pensamiento, experiencia, tiempo, conocimiento. Toda
esa conjunción de elementos es un movimiento unitario.
Si el miedo es
algo que está en nosotros, en nuestra psique, entonces podemos decir que se
puede terminar con él. Son nuestras ideas, el pensamiento y el tiempo el que
nos genera miedo. El tiempo con lo que fue ayer y con lo que puede ser mañana.
Es cierto que existen temores físicos, miedo al dolor que sin duda se
relacionan con nuestra predisposición mental. No venimos con miedo al mundo,
ese se adquiere en el tiempo. No tenemos miedo a la oscuridad, tenemos miedo a
nuestra propia luz. Algunos médicos dicen que venimos solo con dos miedos: a
los ruidos y a caernos, el resto de los miedos son generados por nosotros y
están como he dicho en nuestro pensamiento. Por tanto ¿se puede combatir el
miedo en el equilibrio de lo que está dentro de mi y lo que está fuera y saber
al mismo tiempo qué soy yo?
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