Hemos recurrido a
la filosofía clásica en numerables ocasiones para intentar definir el alma
humana. Aristóteles en su libro De Anima,
que es un libro de física intentó definir este concepto y sus teorías sirvieron
de base para explicaciones posteriores. El alma –para el filósofo griego- es el
principio de la vida; los entes vivos son animados, frente a los que no lo son,
los inanimados como las piedras. Vida es para Aristóteles, el nutrirse, crecer
y consumirse en si mismo. La vida es crecer sin duda alguna y aprovechar ese
crecimiento sobre todo, que surge del lento paso del tiempo hasta que un día
nos damos cuenta de que el tiempo, ya no es tan lento. El alma, en este sentido
sería la forma o actualidad del cuerpo vivo, el alma informa la materia del
viviente y le da su ser corporal, lo hace cuerpo vivo; es decir, no se trata de
que el alma se superponga o agregue al cuerpo, sino que el cuerpo –como tal
cuerpo viviente- lo es porque tiene alma. Según la definición aristotélica, el
alma es la actualidad o entelequia primera de un cuerpo natural orgánico. Si el
ojo fuese un viviente –dice Aristóteles- su alma sería la vista; el ojo es la
materia de la vista, y si ésta falta, no hay ojo; y así como el ojo es, en
rigor, la pupila unida a la vista, el alma y el cuerpo constituyen el viviente.
Lo que define al ente animado es el vivir; pero el vivir se dice en muchos
sentidos, y por esto hay diversas clases de almas; Aristóteles distingue tres:
la vegetativa, única que poseen las plantas y que se da también en los animales
y en los hombres; la sensitiva, de que carecen las plantas y la racional,
privativa del hombre. Pero entiéndase que cada viviente solo posee un alma; el
hombre, concretamente tiene un alma racional, que es forma de su cuerpo, y ese
alma implica las otras funciones elementales. Frente a la concepción
aristotélica del alma San Agustín recoge de la tradición platónica su concepción
del hombre, donde el alma es una sustancia completa unida accidentalmente al
cuerpo. La visión accidental del asunto carece de interés para mi, por que con
ello contraviene las propias leyes del Universo y sobre todo las leyes divinas.
Dios quiso que los hombres bajásemos a la Tierra para que tuviéramos un cuerpo,
el Hijo también, es la forma de hacerse hombre: tener un cuerpo físico. Este
accidente de San Agustín, puede ennoblecer la parte humana del alma del ser,
sin lugar a dudas y es en ese lugar, en esa cabida, donde el ser engrandece
como en ningún otro estadio por los que ha de pasar.
Una de las cosas más curiosas de comprender en unas y
otras religiones por lo extraño que resulta, es el hecho de que tantas personas
crean que en el hombre hay un espíritu y un cuerpo físico y que cuando el
hombre muere, ese espíritu continúa viviendo como ente inmortal, y sin embargo
no haya tenido existencia hasta el nacimiento del hombre en esta vida. Es
posible aceptar que el hecho de que
antes de venir a este mundo, nuestros espíritus estaban ya creados, y es
posible aceptar que en esta tierra los espíritus de los hombres ya existían
antes de venir aquí y que simplemente
conservábamos otro estado diferente. Aceptamos en su momento venir aquí por
medio de una serie de convenios o de
tratos con Dios para poder progresar de una manera mucho más rápida, en ese
sentido, la tierra, nuestro paso en la tierra, sería un estado de probación y
no solo de probación sino de progreso. A pesar del hecho de que nuestro recuerdo
de las cosas anteriores fue quitado, anulado, la índole de nuestra vida en el
mundo espiritual (antes de venir me refiero) tiene mucho que ver con nuestra
disposición, deseos y forma de pensar que tendremos en este mundo terrenal. El
espíritu influye en sumo grado sobre el cuerpo, así como el cuerpo, con sus
deseos y anhelos, tiene influencia sobre el espíritu. ¿Pero el espíritu es lo mismo que el alma?
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