Al
principio todo parecía ir bien lo que suele suceder cuando algo precede a una
tragedia, que todo parece ir bien hasta que deja de ir. No me había apercibido
del mamut que me encontré y que daba vueltas a su bolso cargado de chuches. Ese
cernícalo también tenía miedo, quizás más que yo, pero lo disimulaba con mucha
gallardía, esa que exhiben los que ya no tienen nada que decir al mundo.
Desolé! Le expresé sin darme cuenta de que el mastodonte no hablaba francés.
Se
persignó, y me pregunté en un instante: ¿será que me tengo que morir hoy al
lado de este animal?
-No
puedo verla, no puedo aguantar por un minuto más el desprecio con que mira mi
libro, me desconcentra. Sin embargo ahí seguía.
Algo
me soplaba y me hurtaba la respiración. ¿Cómo? Y este viento de ahora?
Había
más y más monstruos, lo cual no era de extrañar pero a cuál más peligroso, más
indeseable. Todos miraban mi libro, todos reían
mirándome como si nunca en mi vida fuese a leer más. ¡diantre! ¿Qué pasa
hoy aquí? Pero si estoy sudando.
Pasaron
unos segundos y pude ver que aquel mamut había llamado a otros y a otros más,
miles de monstruos estaban ahí, mirándome sin más y yo no lo podía aguantar.
Mi
cinturón se había atascado, no podía moverme. Una taquicardia muy fuerte, una
angustia exacerbada se inauguró en mi cuerpo.
Con
todo, pensé: voy a seguir… yo soy una persona valiente y recordé que ser
valiente es superar una situación que en principio te aterroriza justamente
como la situación que tengo ahora delante de mis narices. Mi nariz mana sangre.
Eso es que me estoy muriendo…ahora lo veo claro, pero ¿ y ellos?
No
dejan de mirarme, de rodearme, voces que se oyen en medio de las nubes, calor y
una gota que cae por mi cerebro anunciando mi expiración. ¡Cielos, no! A pesar
de la sangre siento el olor a carne patéticamente muerta…en la cabina, en el
aseo, a mi lado, al lado de todos…y sin embargo no se aperciben de nada.
Pude
ver, aquella mirada de los ojos degollados tras la intervención del mamut
negro. Comenzaban a colgar andrajos, brazos y piernas…yo misma empecé a
intentar aceptarme con el cuerpo partido.
Por
favor…<>. Me abrazo a mi libro y parece que me tranquilizo, no me
importa ya morir. Mi libro es lo único que tengo y todo lo que he aprendido en
ellos es lo que soy.
Les
digo a los demás: ¿vosotros dónde tenéis el miedo? Porque lo tenéis como yo,
sin embargo, tan solo queréis aniquilarme.
El
piloto aterrizó con su línea degradante mientras miraba a los pasajeros de su
avión quienes había estado en situación de pánico, mientras él, había
demostrado que no sabía aterrizar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario