Ya
hemos hablado en otras ocasiones sobre el amor en relación con la
persona y sus inquietudes en la vida. No hemos llegado a nada claro, porque la
vida y el amor debería de sorprendernos
incluso a los escritores que sufrimos en nuestra relación con la realidad y no
lo hace, no nos sorprende. Ficción y realidad se entrelazan continuamente hasta
que se hacen insoportables y a veces nada sorprende. No hay fascinación. Es
cierto que el hombre como la mujer necesitan alguna vez en su vida sentir que
conquistan, si se mira bien, es algo intrínseco a la naturaleza humana. El
Hombre domina sobre su vida, sobre las personas que le rodean, sobre los seres
contrarios a su sexo y quiere invadir, de hecho la Historia está llena de
hombres que invaden a otros hombres porque sí, con lo que ello tiene de
consecuencias, pero sí, necesita medir sus cualidades, sus talentos y
mezclarlos en el mágico mundo de los sentimientos. Esta acción –a todas
luces nada fácil- ha llegado a ser y es el centro de la vida de millones de
seres. Durante la etapa adolescente, donde no podemos medir las consecuencias
de las relaciones y sentimientos que a cada rato surgen en nuestra vida, harán
mella en nuestra personalidad. Las inquietudes de aquellos años nos resultan
ahora tan infantiles como entrañables, eran desde luego, los años de descubrir
mundo, personas, situaciones, eran los tiempos de abrir ventanas, de ilusión
pero también de desilusión. Relacionamos por tanto, las historias de amor con
aquel tiempo en que nacíamos, en que crecíamos sin darnos cuenta de que
estábamos recién llegados a la vida, y sin querer vinculamos directamente la juventud
con las historias de amor. Nos hacen revivir en la etapa de madurez, o nos
salvan de una enfermedad...son necesarias en la construcción de nuestro tiempo
en la tierra, del devenir de la vida. España es un país que ha dado muchos
personajes cuyo leit motiv de su vida ha sido el amor. Don Juan, El
Quijote, Calixto, Tomás Orozco, Juan Santa Cruz o el Cid, han sido hombres que
lo han dado todo por el honor, por la ilusión, por una mujer. Todos sabemos que
muchos de los hombres que vemos por la calle o que simplemente son amigos
nuestros, o quizás un marido o un hijo...conservan esos elementos de
conquistador tan característicos de la idiosincrasia española. ¡Salvar a la
princesa! ¿A qué hombre no le gusta una y otra vez conseguir que la vida de una
mujer que no conoce en absoluto cambie gracias a su presencia o intervención? ¿Qué
hombre o mujer que dejó la adolescencia bien lejos no le gustaría
"sentirse" enamorado o descubrir que alguien está
enamorado de nosotros? Es como volver a lo esencial, al sentimiento en su
estado de pureza y eso hace revivir al hombre/mujer que inmiscuido en lo
cotidiano se ha dejado dominar por la costumbre. El hombre, la persona,
recuerda con nostalgia el mágico estado de enamoramiento que invadía
nuestra espontánea vida juvenil.
La vida pasa por nuestra persona que ha encontrado feliz
alguien con quien compartir su vida. En ese sentido el enamoramiento pasa a otra fase completamente distinta,
a una fase de lo cotidiano que nunca habíamos soñado, en ocasiones de
aburrimiento supino. Eso no quiere decir nada o quiere decir mucho,
claro. Hemos decidido emprender una vida y un proyecto común con alguien a
quien queremos pero que obviamente con el tiempo vemos que la vibración de
nuestro corazón, quizás esté cambiando, sentimos miedo por ello. La vida es ya
aburrida de por si en su fase más repetitiva y deleznable del día a día y sin
embargo, podemos hacer que cambie. Generalmente podemos escuchar a algún
amigo hablar de hastío en su matrimonio, claro, es el estado civil matrimonial
aparentemente en crisis o gastado el que nos lleva a querer volver a revivir
aquellas emociones, visto que el paso del tiempo y con ello la posibilidad de
morir se acerca. Supongo que un hombre o una mujer puede decir que está
enamorado justo al final de su vida y si tiene la posibilidad de continuar con
la misma persona, aquella que un día hizo que cambiásemos nuestra vida y
comenzáramos a hacer cosas que jamás hubiéramos pensado: tener hijos, ser responsables,
mantener un trabajo que no nos gusta, olvidarnos de nuestras aficiones, de
nuestro tiempo personal...Si después de muchos años logramos vencer las
vicisitudes de la vida, podremos darnos por vencidos, siempre y cuando no nos
hagamos demasiadas preguntas, eso sí. Algunos quieren volver a sentir (por si
la muerte les coge desprevenidos) alguna vez en su vida o muchas veces más,
otra vez, el estado del amor que nos enloquecía
antaño y quieren buscarlo, lo persiguen hasta que a veces lo vuelven a encontrar.
Se encuentra o no se encuentra, porque inventarse solo se puede hacer en las
novelas. Y de nuevo viene la pregunta de si es la nueva persona que nos
conquista o si somos nosotros solos los que nos enamoramos del amor y de ese
estado tan especial, ahora inalcanzable. Ni qué decir tiene las posibles
consecuencias que se pueden dar para la vida privada de esa persona que quiere
a ultranza mantener lo que tanto le había costado construir, pueden ser
lamentables, pero también puede que no lo sean. No lo sé. Ese es el
ámbito del romántico, de la persona que busca las sensaciones aunque sea
por así decirlo "peligrosas" para su salud. Hay otros/otras
que viven enamorados permanentemente, vemos en ellos que viven solos, no
están casados, no tienen pareja, esto es más grave, pero existen y la
facilidad con la que cambian de pareja es alucinante. Viven en
permanente estado de enamoramiento. También hay hombres casados que no paran de
enamorarse aunque sea del butanero, las mujeres también ¡pues vale! En este breve
repaso no debo olvidar a los que constituyen la "inmensa mayoría" del
personal y son los que no ven otra cosa que el sexo como un todo. Respetable, muy respetable y no digo que
no sea importante, puede que el final de toda relación
romántica sea eso mismo. Lo que más me molesta es que
generalicen pensando que todo el
monte es orégano y que todo el mundo pastorea en el mismo redil. Pues no. La cuestión
sexual que con los años ha cobrado verdadera importancia en uno y otro sentido,
invade igualmente la vida de las mujeres, cosa que ha existido siempre, solo
que no se ha reconocido por la sencilla razón de que las
mujeres "tenemos que ser modositas" y no dominar nada ni a
nadie. Es decir que siempre ha habido mujeres que fuera de sus matrimonios
han tenido multitud de relaciones (podríamos decir de carácter
sexual) solo que nadie lo sospechaba. Hoy, la mujer hace lo quiere con su
vida y no le duelen prendas en abrir tantas ventanas como sea necesario. Ni
entro ni salgo, que cada quien haga con su vida lo más oportuno y que sea
feliz. Yo creo, que tener una aventura sexual por así decirlo teniendo en
cuenta que de esta manera nos entendemos todos, lo puede hacer cualquiera, no
es nada difícil, tener una aventura humana es mucho más complicado y el
problema viene en llenar los espacios vacíos, en seguir aprendiendo cosas de la
vida, en enterarse de algo y llevarla al terreno de la soledad que nos invade a
todos, con otras novedades o simplemente pasarlo bien en buena amistad y
ayudarse. Esto lo encuentro más difícil pero al mismo tiempo mucho más
atrayente ¿por qué? porque entran en juego otros elementos que son más
característicos de la personalidad de cada quien. Entra la persona a formar
parte de otra dimensión que no conocía en absoluto. Ahí es cuando la conquista
cobra su verdadero sentido que es la de enamorar a otro, seducir, conquistar su
vida, hacer de lo imposible, posible, conseguir algo nuevo, hacer que piense en
ti o simplemente vivir momentos diferentes y por ello desconocidos. Yo, como no
creo en nada de lo que se refiere al amor, no tengo nada que decir, solamente
observo como profesional de la escritura y nada más, aguantando mis manías que
cada vez son más y variadas. Hombres que van, mujeres que vienen y todos
involucrados en las pruebas de la vida a zarpazos con el mundo...así es el
tema. Un día decidí que me había hecho una anciana y se acabaron muchas cosas,
no sé por qué, pero me siento bien. Con el tiempo vemos que cada vez nos
molesta más viajar, detestamos el mundo entero como cuando eramos adolescentes
y nos apegamos con fuerza a las pequeñas manías cotidianas, muy pequeñas, muy
pequeñas, sin las que ya de ninguna manera podemos vivir. En
ocasiones nos topamos con unos preciosos ojos azules que no nos pertenecen de
un hombre que no conocemos mucho y pensamos contemplándolos que sí, que por qué
no: por qué no se enamorará de mi, podría vivir una preciosa historia de amor.
Después vuelvo a mirar mi realidad y encuentro excelente material para mi
imaginación, mis poemas y mis novelas.
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