Hoy hablaremos un poco de este
término cortoplacismo[1] o
cortoplacista porque me ha hecho gracia y porque corresponde con la manera en
la que hoy se desenvuelven (debrullir en francés) muchos ciudadanos, en
especial los que se dedican a la empresa, negocios y demás.
Tenemos infinidad de paradigmas,
muchos, en todo tipo de libros canónicos, en especial La Biblia también, así
como algunas propuestas filosóficas de interés para ilustrar esta manera de
actuar. Por lo general se atribuye a una manera de ataque (a corto plazo)
preconcebida para los negocios pero que evidentemente se extiende (como impulso
de carácter) a otros ámbitos del ser humano como pueden ser las relaciones
humanas, de amor, de futuro, de familia…la cosa tiene gracias y ya estamos
viendo consecuencias de esa manera de actuar en los políticos y demás gentes
“de poder” que en un momento dado han tenido capacidad para poder decidir y
obtener pecunios para ellos o para otros a acorto plazo (cortoplacismo).
Ni qué decir tiene que esto no es
para todos, esto sirve para los que van a lo suyo y estas gentes deberían
pensar que de todas formas el pasado siempre vuelve a uno, y si no es aquí, lo
será en otro lugar. Es obvio que para le creyente te llevas tus acciones y con
ellas tu responsabilidad a la otra vida y allí: A dar cuentas.
Muchos y en este caso ahora
muchas, se creen en el derecho por ejemplo de decidir por la vida de los demás,
por el destino de los demás y sus quehaceres, a veces por miedo, a veces por
irresponsabilidad, otras por poder y egoísmo. No juzgo solo relato. Y a
colación de esta casualidad (otros días aludiremos a otras conductas) relato
aquí un pequeño texto del Talmud donde se relata un midrash muy
hermoso:
Dos barcos
surcan el mar. Uno zarpa del protegido puerto hacia un destino desconocido, el
segundo regresa de un viaje azaroso.
Cuando el
buque llega a su puerto, el pueblo se regocija. Así es también la vida, sin
embargo, nos alegramos cuando el nacer envía al niño a realizar el incierto
viaje de la existencia…¿no habremos de alegrarnos cuando el barco alcanza,
finalmente el seguro puerto de la paz de Dios?[2]
Esta es una hermosa analogía que
intenta hacernos comprender que si aceptamos la idea de que todo el mundo tiene
derecho a vivir y nos alegramos por ellos –aún cuando no sabemos lo que el
“destino” le depara al recién nacido, igualmente y con la misma validez
deberíamos aceptar que toda persona también tiene derecho de morir, de llegar a
su puerto, al puerto (para los agnósticos) por ejemplo de la finitud.
Porque todas estas ideas (en este
caso basándonos en torás e ideas cristianas) lo que el hombre creyente quiere
es trascender, hacer que cuando llegues con tu barco a otro puerto, existan
personas que te lo agradezcan o perpetuarte en ellas, bien biológicamente a través
de los hijos, bien a través del pensamiento o supervivencia de la memoria, bien
por influencia en los discípulos (supongo que será para quienes hacemos
docencia), bien (esto sólo para los creyentes en firme) idealmente, a través de
su identificación con las cosas eternas del espíritu.
A corto plazo!, ¿quién quiere
vivir así? Haciendo las cosas a corto plazo. Piensa y escribe aquí tu opinión.
Hasta la próxima que seguiremos hablando de estas cosas y de otras.
[1] Cortoplacismo y cortoplacista, derivados de la locución a corto plazo, son términos adecuados en español, tal como
indica la Nueva gramática de la lengua española, por lo que
se escriben en redonda, sin cursiva ni ningún otro
resalte. Cortoplacismo alude al ‘hábito o práctica de
actuar a corto plazo’ («En todas partes el cortoplacismo —pan para hoy, hambre
para mañana— es intrínsecamente perverso») y cortoplacista hace
referencia a lo ‘perteneciente o relativo al corto plazo’ (uso adjetival), así
como a aquel o aquello partidario del cortoplacismo (uso como sustantivo). Cortoplacista
también se emplea como adjetivo en frases como «La
construcción de los planes de desarrollo exigidos por la Constitución se
inspiró en una visión cortoplacista» o «Si el análisis se realiza desde
una perspectiva cortoplacista, el ahorro será palpable», y como
sustantivo en «El banco encabeza la lista de los cortoplacistas»
o «El futuro no existe para el cortoplacista, solo el presente». FundéoBBVA
Dudas. Asesoramiento de la Rae.
[2] Ver Shemot rabá, 48, 1.
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