Cap. I Tras tanto variar vida y destino
Todo aquello que acontece en el pasado humano no es sino un ejemplo de lo que acontece con todo pretérito humano, de donde puede llegar a resultar que esa postrera mirada hacia atrás provoca una mirada hacia adelante, y si no podemos alojarnos en ese pasado histórico entonces no habrá más remedio que inventar y edificar otra realidad para poder instalarnos.
Todo aquello que acontece en el pasado humano no es sino un ejemplo de lo que acontece con todo pretérito humano, de donde puede llegar a resultar que esa postrera mirada hacia atrás provoca una mirada hacia adelante, y si no podemos alojarnos en ese pasado histórico entonces no habrá más remedio que inventar y edificar otra realidad para poder instalarnos.
Los pensamientos,
como las ideas, se ligan unos con otros intentando a toda costa explicar la
realidad, desmenuzar nuestra procedencia hasta llegar a ligar con gran evidencia
los pensamientos unos con otros: un pensamiento llega a su realidad porque ha
surgido de otro anterior llegando a ser la explicación de aquel, el cuerpo o
realidad tangible. Así vamos construyendo nuestro marco real, por medio de un
análisis progresivo de realidades, de pensamientos que creemos que han existido
desde siempre, aunque esto no sea verdad. De tal forma construimos la realidad
o lo que creemos que es: un destino inventado, desarrollado desde un espacio
que creemos un pasado humano, pero que puede ser que no sea; aunque necesitemos
hacer un nexo, un desarrollo de la realidad o identificación de ésta.
Un día me di cuenta de que tenía pasado, de que
recordaba cosas ajenas por completo a la invención de mi pensamiento. Los
animales no lo tienen, ¡claro! Como tampoco lo tiene todo lo abstracto; los
hombres, los humanos, sí conservan a diferencia de aquellos su pasado; estamos de hecho, fabricados de pasado, entendiendo esto como nuestra memoria. La ruptura
de la memoria, de la reminiscencia de nuestro ayer, es el desencadenante de la
anulación del yo, porque éste existe gracias al presente y, sobre todo, al
pasado; y si tenemos en el presente el pasado, ésta será, por encima de todo,
la raíz de la búsqueda de la eternidad. La creación del futuro es la que nos
hace irremediablemente buscadores de lo eterno, partiendo de estos caracteres
presentes y pasados.
Yo, llamada personaje, me di cuenta en su momento de que
tenía pasado, de que existía en el presente y de que podía gozar de los
beneplácitos de la inmortalidad al tener perfectamente controlado,
pronosticado, mi futuro sin error. Como personaje soy inmortal. La sorpresa:
tengo realidad y vivo en ella. Y ahora sistematizaré mi pensamiento, haciendo
realidad mi vida desde el dominio de mi yo, solitario y de aparente ensoñación.
Quiero partir, para poner así las cosas bien claras, de la premisa muy simple
que dice que el ser humano es la creación de sí mismo (el personaje) dentro de
unas circunstancias (el contexto), que hemos creado otra u otras personas que
están en nosotros, y a quienes de forma habitual desarrollamos a lo largo de
nuestra vida. (La historia, la anécdota, la temática, etc., como ustedes
quieran, que a mí lo mismo me da.)
No querría yo que con ello que se pensara de forma frívola
aquella frase, que a todas luces hay que desestimar, que dice: "es que es
un personaje"; no, por favor, vamos a obviar este tipo de confusiones; no,
por Dios, no es eso. Paulatinamente iremos viendo este proceso que se da en
todos los seres humanos, todos de una o de otra manera somos arquetipos
de personajes, porque todos los seres humanos conscientes o no,
construyen su realidad o su personaje mediante su paso por la vida. Al mismo
tiempo veremos cómo todos los seres humanos mantenemos unas constantes
en nuestra personalidad muy parecida a las de otros personajes que
ya han sido dados como válidos por otros personajes, al ser publicadas sus
vidas o sus caracteres en forma de libro, sea cual sea el estilo para éste
utilizado.
El lector podrá extraer como conclusión algo que
ya le adelanto yo, y es que somos hombres y mujeres muy parecidos,
pertenecientes a categorías, que sufrimos y disfrutamos a la vez —si bien unos
mejor que otros, eso sí, pero, al fin, todos arquetipos—, y descubrirán por sí
mismos, solitos, cuáles son los elementos en común que tenemos con otros personajes.
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