Nous avons assez de force pour supporter les maux
d’autrui
La Rochefaucault
Cada vez que escucho eso de “malos tiempos para la
lírica” reconozco que me dan unas náuseas parecidas a las que le dan a uno
cuando piensa que el mundo que tenemos no lo podemos cambiar. A mi me da la
sensación de estar viviendo en medio de misterios indescifrables con una serie
de protagonistas que no tienen el buen gusto de darnos las claves para poder
descrifrarlo. Con todo y como buena caballera medieval o templaria que me
siento pienso que en realidad la lírica nunca ha ido bien y además sí que tengo
las llaves para descifrar qué es lo que está pasando. Siento que algunos de
este Diario tienen una mentalidad tan
parecida a la mia, dignos ciudadanos que mantienen la consciencia de estar pero no de poder ser.
¿Sabemos de lo que se trata? A poco descubro que mucho
hay de insensatez, la cual no es muy buena compañía. Una de las cuestiones más
terribles que todo ser humano ha de afrontar es el de la incertidumbre cuando
esta además es fruto del salvajismo ignorante de algunos individuos. C’est comme ça.
Tal y como está el panorama el ser humano se convierte en
ecléctico, ¡qué otra cosa sino! Seguro que todos tenemos un vecino, hija, amigo
o incluso nosotros mismos que nos sentamos un día en esa butaca y nos decimos:
si es que me da igual.
Llegado ese punto, aparece la fase más libre de la
persona que es cuando uno ha descubrierto que en efecto te da igual, que está
todo tan manipulado que ni los manipuladores se dan cuenta de que también ellos
son manipulados. ¡Triste, amigo, muy triste!
Pero ahí siguen todos acabando con la paciencia de un
pueblo que se durmió para no querer ver, que toma ansiolíticos para combatir la
verdad, que se emborracha para huir de la realidad…en suma un pueblo que ya no
es y que probablemente nunca lo haya sido. ¿qué es ser pueblo? Este objeto de
debate ya lo probaremos muy pronto y entenderemos su significado como ya nos
hemos enterado de lo que significa pueblo
español.
Ese momento sublime cuando el guerrero ve mucho más allá
que los demás pero también es consciente de que el resto jamás llegará a ver y
entender ese punto donde nosotros hemos llegado con no poco esfuerzo e
inteligencia, se derrumba una de las paredes de nuestra alma al reconocer que
estamos fuera de esta manipulación y por lo tanto, fuera y arrinconado. ¿Por
qué? Porque no interesamos y punto, como no interesa la Verdad, la Justicia o
la Honestidad por poner un ejemplo.
Con todo, siempre han existido verdaderas mentes
-españolas digo- que no fueron pisoteadas y almas que no se desmoronaron. Ahora
recuerdo a don Miguel de Unamuno, un Rector intelectual que ya había llegado a
conclusiones mucho antes que el resto de los que le rodeaban. Unas semanas
antes de morir cuando había llegado a ver ese punto de locura de todos cuanto
te rodean y sastisfecho porque su
dialéctica no se iba a ocultar, más al contrario alzó su voz porque al igua que
ahora: no hay nada que perder y mucho qué ganar en dignidad.
En su Venceréis
pero no convencereis Unamuno habla sin cortapisas porque como bien decía A
veces, quedarse callado equivale a mentir y el silencio puede ser considerado
como aquiescencia.
No sé si hay que “contestualizar” el pensamiento, creo el
pensamiento lo es en sí mismo y lean, lean estas palabras a ver si tenemos que
hablar de contexto cuando en gran medida ni lo smiles de años le hacen cambiar:
en España el contexto no cambiará. Prosiguió así nuestro valiente en aquella
España ya nacionalista pero equivocada:
Quiero hacer algunos comentarios al discurso –por llamarlo
de algún modo- del general Millán Astray que se encuentra entre nosotros.
Dejaré de lado la ofensa personal que supone su repentina explosión contra
vascos y catalanes. Yo mismo, como sabéis, nací en Bilbao. El obispo, lo quiera
o no, es catalán, nacido en Barcelona. Se detuvo. En la sala se había extendido
un temeroso silencio. Jamás se había pronunciado discurso similar en la España
nacionalista. ¿Qué iría a decir a continuación el rector? Pero ahora -continuó
Unamuno- acabo de oír el necrófilo e insensato grito : ¡Viva la muerte! Y yo,
que he pasado mi vida componiendo paradojas que excitaban la ira de algunos que
no las comprendían, he de deciros, como experto en la materia, que esta
ridícula paradoja me parece repelente. El general Millán Astray es un inválido.
No es preciso que digamos esto con un tono más bajo. Es un inválido de guerra.
También lo fue Cervantes. Pero desgraciadamente en España hay actualmente
demasiados mutilados. Y, si Dios no nos ayuda, pronto habrá muchísimos más. Me
atormenta el pensar que el general Millán Astray pudiera dictar las normas de
la psicología de la masa. Un mutilado que carezca de la grandeza espiritual de
Cervantes, es de esperar que encuentre un terrible alivio viendo cómo se
multiplican los mutilados a su alrededor.
En este momento, Millán Astray no se pudo detener por más tiempo, y
gritó : "¡Abajo la inteligencia! ¡Viva la muerte!" clamoreado por los
falangistas.
Pero Unamuno continuó: "Este es el templo de la
inteligencia. Y yo soy su sumo sacerdote. Estáis profanando su sagrado recinto.
Venceréis porque tenéis sobrada fuerza bruta. Pero no convenceréis. Para
convencer hay que persuadir. Y para persuadir necesitaríais algo que os falta:
razón y derecho en la lucha. Me parece inútil el pediros que penséis en España.
He dicho.[1]
Ahora volvemos a tener la Dictadura de la inmoralidad por
políticos que ya no tienen ni nombre y ahora también tenemos un éxodo de
gentes, de familias, de jóvenes que tienen que marchar fuera porque “aquí no
hay quien viva”. Lamentable espectáculo de un pueblo aunque uno ya esté
acostumbrado. Con ello me remito a las palabras del propio Unamuno extraídas de
otros dicursos. [2]
Decía José de Cuellar[3]
: “No hay nada que seduzca tanto a la humanidad como un espejo. Con unos
pedazos de cristal azogado se han subyugado mas pueblos que con el poder de las
armas”. Sin embargo, ahora, muy pronto iremos a unas urnas forradas de espejo y
no sabremos qué decir, salvo el recordar que al menos siempre habrá mentes que
saben pensar y sus ideas permanecerán para siempre. Estas ideas –las nuestras
de ahora- volverán a ser citadas tiempos después y con ello nos convertimos al
pensamiento de los siglos como fieles protagonistas.
[1] Extracto del Discurso de Unamuno
y Millán Astray que se puede leer en los
archivos de la Casa Museo Miguel de Unamuno, aunque también hay versiones en
red, si bien, algunas poco fiables.
[2] Por ejemplo en este
https://www.youtube.com/watch?v=DEUFDUgF9mY
[3] José de Cuellar, La chifladura
de Galdós, MADRID RAMÍREZ Y ORTEGA, IMPRESORES Velarde, 20 bajo, 1897, pág. 24.
Reproducido en el número 30 de Isidora
Revista de Estudios Galdosianos.
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