Que vivimos en un estado policial es un hecho. Aquí sólo algunos pueden librarse de la quema, los de siempre, los que ostentan el poder suficiente como para que sus delitos queden indemnes, sí, pero sólo para ellos. Para el resto de los ciudadanos y personas de buena fe, esa libertad no existe y el que crea que vive en un régimen de libertad está plenamente equivocado, pero, allá cada uno. Lo que uno nunca puede hacer es engañarse a sí mismo por el solo hecho de por ejemplo, manifestarse en la calle o vestirse como quiera. Eso tan solo es parte de un juego de realidades donde las cosas aparentan una cosa y son otra. Así es.
Ahora los que gobiernan dicen que habrá penas para las filtraciones de la prensa que denuncien aquello o lo otro, cuando en realidad los primeros que están metidos en esa rueda de poder y de manipulación son los de la prensa. Ellos sí que tienen poder, además de los otros, los de siempre que también lo tienen, claro. Y así es como se define este país: los unos por los otros y la casa sin barrer.

La monarquía, esta que esperamos solo unos románticos de profesión y oficio se termine cuanto antes, también tiene su capacidad de anular las libertades de los demás, eso por supuesto, son los que han dado la cara a la corrupción y desde su posición han corrompido al resto de la sociedad en una escala hacia abajo y ahora son en palabras lorquianas: los putrefactos.
No se sabe cómo hacer para que se vuelvan a marchar, esta dinastía de borbones extranjeros, hemofílicos, y añadidos con pitusas del pueblo de medio pelo ¡rediós! por qué no se van a Italia. ¿Cómo es posible que la gente siga implorando cadenas ¡vivan las caenas! Si es que ahora se han multiplicado los chorizos y las cadenas de tal forma que la sociedad se ha transformado y uno ya no puede fiarse de nadie. C'est comme ça!
Que la libertad política (politeia de los griegos) era el poder actuar como se tenga por conveniente teniendo como base la libertad de la voluntad era un hecho que ya ha desparecido en el orden moral y en la moral del ser humano. Y no, no soy pesimista. Un escritor siempre tiene que saber mirar en derredor de si mismo y asumir con gallardía la verdad. En el Antiguo Testamento, ese que a todos les suela, recuerdo que se sabía ya que el hombre era libre, osea, responsable de sus actos. Después en el Nuevo testamento se habla del endurecimiento voluntario por el cual los falsos doctores se hacían esclavos de la corrupción. Dice que por el pecado el hombre se hace también esclavo del pecado y esta servidumbre al final no es una consecuencia de una fatalidad necesaria, sino de la acción libre del hombre que peca. Aquí, con estas cosas nunca pasa nada. Que los grandes se vuelven miserables es un hecho pero un hecho que nadie repara porque que yo sepa, ninguno de los miles de caníbales que están robándonos, ultrajándonos y eliminando nuestra libertad, ninguno devuelve un duro, ¡jo macho! que decía aquel! cuando se está poniendo en la calle a gente humilde que ha tenido mala suerte por culpa de estos bandoleros de banca y economía, o simplemente tienes que pagar y pagar por lo que ellos de ninguna manera pagan, es una vergüenza a día de hoy, de la que creo con seguridad que en algún sitio tendrán que dar explicaciones. Debe ser que el pueblo también se ha corrompido porque si fuera verdad tanta miseria como se supone que hay, estaríamos todos en la calle haciendo una revolución, tomando el Senado y liándola de verdad. Pero qué sucede? pues que probablemente y digo probablemente los de abajo también hacen de las suyas "por la sordi" y así se conforma el pueblo con el derecho a poder hacer una trastadilla de vez en cuando, o de hacer también las cosas mal en negro y demás cuando no se dan cuenta que siempre ellos, el pueblo, saldrán perdiendo por mucho que se quieran parecer a los ricos. Así es. Pueblo que otrora fuiste noble, límpiate , levántate, sacúdete lo que no es tuyo y vuelve tu nobleza. Y a vosotros, casta denigrante: ¡Tranquilos que ya os llegará vuestra hora!
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